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Tercera Edad
En un mundo en donde el aumento progresivo de la esperanza de vida y por ende una disminución en la mortalidad, y una globalización del envejecimiento con un incremento acelerado de personas adultas mayores, es decir, de 60 años y más, resulta necesario entender y optimizar las consecuencias sociales, políticas, económicas, culturales, éticas, espirituales, de salud y bienestar en el sector de Adultos Mayores de nuestra población, enfocadas desde luego en los derechos humanos.
En nuestro país, el proceso de envejecimiento es gradual; en el 2015 existían 13.4 millones de adultos mayores y para el año 2050, el Consejo Nacional de Población pronostica que el 30% de la población tendrá mas de 60 años.
Uno de los retos más importantes que tendrá el presente siglo es el conjunto de acciones integrales de salud pública y pasar de los modelos curativos centrados en las enfermedades a una atención basada en el concepto de «envejecimiento saludable» con el enfoque del ciclo vital, definiendo los escenarios de los adultos mayores: con capacidad funcional alta y estable, con deterioro de la capacidad, y con pérdida de la capacidad. Cuatro puntos de acción pueden lograr este fin, a saber:
- Adaptar los sistemas de salud a las poblaciones de edad, tomando en cuenta sus necesidades crónicas y complejas;
- sistemas de atención para mantener una capacidad funcional;
- Entornos adaptados que consideren su contexto como protección social, vivienda, transporte, trabajo, entre otros;
- Fomentar la investigación con enfoque plurinacionales e interdisciplinarios.
En adición a lo anterior, resulta fundamental que en el plano espiritual y acciones cotidianas como hacer sentir querido y que el adulto mayor quiera a las personas cercanas a ellos, motivarlos para que se conozcan a sí mismos, elevar su autoestima, adaptarse a los cambios propios de la edad, ayudarle a descubrir las razones para vivir y gozar e incluso las razones para morir y descansar, resultaría en un vivir una ancianidad positiva. Pensar en los adultos mayores, conlleva a pensar en esas vidas con un pasado que tienen que aceptar un presente diferente en muchos sentidos, con el que hay que aprender a vivir y mucho más, en un futuro en el que, como todo ser humano, se aspira a alcanzar el bienestar y la felicidad; no podemos dejar de preocuparnos por el ahora de ellos y por el mañana de los que estaremos llegando a la vejez.