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Relaciones de Pareja

El ser y el hacer, enamorarse y amar… la complejidad de las relaciones humanas encuentra su momento más sublime en la pareja. Todos los mecanismos y procesos psicológicos que se ponen en juego son tan grandes como cuasi-infinitos.

¿Por qué iniciar este artículo con esos cuatro conceptos? La complejidad y belleza de la relación de pareja podría definirse a partir del ser y del hacer; una buena parte de los conflictos, pequeños o grandes tienen su origen en aquello que “no me gusta que hagas” o “no me gusta que me hagan”, y en una gran cantidad de ocasiones, no se trata de algo que hace el otro, sino de lo que es uno mismo.

El ser es lo que define a la persona y que se ve reflejado en el hacer, pero es fundamental entender que -por una pareja- uno puede dejar de hacer, pero no dejar de ser. Pensemos por ejemplo en una persona que dice a su pareja:

– No me gusta que manejes tan rápido.

La otra parte, si ha decidido amar (este tema se explica unos renglones más abajo), puede pensar “bien, si le da tranquilidad o seguridad, puedo dejar de hacerlo”.

El problema viene cuando el diálogo inicia así:

– No me gusta que estés tan arraigado a tus ideales.

Sería un grave error responder “está bien, dejaré de hacerlo”, porque esto no tiene que ver con un comportamiento, sino con algo que se es, y si al otro no le gusta lo que eres, entonces, sencillamente no pueden establecer una relación sana de pareja.

Vivir y compartir en pareja, en un amor sano maduro y real, conlleva una aceptación incondicional del ser. Y nuevamente aclaro, del ser, porque no se debe ser incondicional ante comportamientos o actitudes que nos hagan infelices o que sean lastimosas para cualquiera de los involucrados.

Desgraciadamente, llegar a esta conclusión no es fácil. Evidentemente, la razón es que hay emociones involucradas que muchas veces obnubilan la conciencia a tal grado que accedemos al cambio y generamos relaciones disfuncionales basadas en ser una persona diferente, solo por gustarle a la pareja.

Por otro lado, la gran pregunta que hemos escuchado varias veces en la vida: ¿existe el amor a primera vista? Encuentra una respuesta sencilla si es que nos la explican a cabalidad. La respuesta es no, no existe; porque para amar hay que conocer y, si es a primera vista, entonces desde luego, no conocemos.

A este maravilloso fenómeno le llamamos enamoramiento, que no es otra cosa que la idealización del ser al que se dirige esta emoción; se le percibe como alguien perfecto (o mejor de lo que es). Cuando la pareja inicia la relación en esta etapa se vivirán momentos muy intensos de entrega y de pasión, pero conlleva también la ventaja de poder conocer al otro y, entonces sí, aprender a amarlo. Erich Fromm lo explica muy bien en su obra “El Arte de Amar” (1956).

Enamorarse es un fenómeno neuroquímico que nos hace sentir en las nubes y que hace que todo se perciba mejor. El amor en cambio es un acto de la voluntad: “yo decido amar”. Entender esto último evitaría una buena parte de conflictos de parejas y separaciones en los matrimonios.

Es un tema amplio y profundo este de las relaciones de pareja; seguramente podría ser tema de más artículos.

Psic. Rodolfo Dragonné de la Parra

Referencias:

Erich, Fromm. El arte de amar. Barcelona: Editorial Paidós Studio, 1996 (1ª ed. 1956)