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Ansiedad

La descripción y el trabajo de investigación sobre los trastornos de ansiedad es relativamente nuevo; no es sino hasta la década de los 80’s en el siglo XX que la psiquiatría empieza a investigar a fondo estos fenómenos que, socialmente, se creía que quien los padecía solo estaba exagerando, y que bastaba con una frase hecha como “todo estará bien” o “no exageres, todos tenemos problemas”.

Esto conlleva en los pacientes, aún hoy día, la angustia de creer que el problema que padecen es único y que, por tanto, es algo de lo que deben avergonzarse y, consecuentemente, no piden ayuda.

La ansiedad está clasificada entre algunos de los trastornos, también llamados “trastornos ansiosos” en la versión en español del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM V-R, 2013). Ya desde 1980, a este padecimiento se le daba categoría de trastorno y dejaba de ser un grupo de padecimientos neuróticos. Esto significó un gran paso para poder ayudar a los pacientes que vivían (y que viven) en un mundo de pesadilla.

Hoy la lista de trastornos, agrupa a psicopatologías como las fobias, los ataques de pánico, la obsesión-compulsión entre otros.

Un ejemplo de lo escrito anteriormente acerca de la angustia del paciente con ansiedad son las fobias. Este padecimiento es definido como “miedo o ansiedad intensa por un objeto o situación específica (…), el miedo o la ansiedad es desproporcionado al peligro real que plantea el objeto o situación específica y al contexto sociocultural”. (2013)

En palabras más simples, es el miedo irracional ante una situación u objeto que, para alguien sano, no representa mayor problema.

Lo que muchas veces enfrenta el paciente fóbico es una forma de rechazo en la que los demás ven el problema como una exageración que la persona debería de poder enfrentar y “dejarse de dramas”. Ante esto, la respuesta natural es no decir nada ante lo “ridículo” que suena su problema.

¿Cuándo buscar ayuda?

La respuesta parece muy sencilla en el tema de la ansiedad: cuando mi problema me rebasa y, por tanto, mis actividades cotidianas se ven afectadas al punto de dejar de hacerlas. Se abandona el trabajo, la vida social y hasta la familiar junto con aquello que le interesa al paciente. En pocas palabras, cuando la ansiedad se torna incapacitante, entonces hay que buscar ayuda. El problema no es único ni debe generar vergüenza, tiene que ser tomado de forma seria por parte de quien lo padece y de quienes le rodean.

La buena noticia es que algunos de estos problemas tienen cura, y aquellos que no la tienen, se pueden controlar hasta el grado de casi desaparecer.

Por: Psic. Rodolfo Dragonné de la Parra

Referencia bibliográfica

Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5) (Quinta edición) (2013). Madrid: Editorial Médica Panamericana.
APA (American Psychiatric Association) DSM-5, Diagnostic Criteria. Anxiety Disorders (2013).