Por Angélica Rangel
Como padres de familia vivimos preocupados por la seguridad física y emocional de nuestros hijos; buscamos mantenerlos a salvo de todo peligro, pues son nuestro mayor tesoro. Por esto, debemos abordar el tema del Bullying con cotidianidad, ya que es una medida indispensable de protección. Informarnos sobre esta dinámica de maltrato sistémica hará que como padres seamos capaces de detectar si nuestros hijos sufren de este fenómeno, lo están provocando o permiten que suceda con alguno de sus pares. Aquí te compartimos algunas ideas de cómo hacerlo.
- Observa tu hijo. Trata de estar atento a los cambios de humor y comportamiento, la motivación al estudio, frecuentes enfermedades leves como dolor de estómago o jaquecas. Observar si se muestra agresivo o si comenta alguna broma pesada en la que haya estado involucrado y en la que alguno de sus pares la haya pasado mal.
- Muéstrate abierto a escuchar cuando tus hijos comparten situaciones que viven en el colegio o con cualquier otro grupo social con el que interactúe. Los niños y las niñas casi nunca mienten en estos temas.
- Mostrarse tranquilo a pesar de que reporten algún tipo de agresión recibida; dile que no es culpable de nada y que todas las personas deben ser protegidas de cualquier violencia, aprovecha para reconocer sus cualidades y reforzar su autoestima. Si detectas que tu hijo ha lastimado o permitido que lastimen a alguien recuérdale que todas las personas deben tratarse con respeto y dignidad por el simple hecho de ser personas, pídele que frene o que no permita las agresiones y que las reporte a algún adulto que pueda ayudar a mejorar la situación.
- Recomienda a tu hijo que no responda a las agresiones, que cuando se sienta en peligro, pida al agresor que pare, trate de alejarse y reporte la situación inmediatamente.
Debemos buscar que nuestros hijos confíen en que los vamos a escuchar sin juzgarlos ni reprenderlos, pero que siempre haremos algo para que su entorno mejore. Fomentemos en ellos el rechazo al maltrato y la discriminación hacia su persona, educándolos siempre en el respeto propio y hacia los demás. Empoderando a nuestros niños en una actitud correcta para denunciar las cosas como son y no para ser prepotentes. Enseña a tu hijo: si tus bromas lastiman a otro… no son graciosas.