Por Pavel Pantoja
Las noticias de violencia contra las mujeres inundan las redes sociales, los noticieros y las primeras planas. Esto provoca miedo y el miedo paraliza; restringe nuestra libertad, reduce la atención, la productividad, la vida misma. En la actualidad parece que los peligros se han incrementado, salir a la calle parece cada vez menos seguro. Teniendo esto en cuenta, ¿debemos vivir con miedo?
No podemos negar la realidad de un país que ha sido azotado por la violencia desde hace décadas. Donde la justicia no parece funcionar. El peligro se encuentra en todos lados. Tanto para hombres como para mujeres. Sin embargo, en el caso de las mujeres hay factores que incrementan los riesgos y la vulnerabilidad. Los números de feminicidios, abuso y acoso siguen creciendo. La violencia siempre ha existido, pero ahora se difunde más gracias a las redes sociales.
Lo anterior propicia un clima de miedo generalizado. Surge una duda ¿qué tan útil es el miedo? El miedo ayuda a emitir una respuesta ante el peligro, ya sea de huida o defensa (ataque). Por lo tanto, el miedo en sí es benéfico como mecanismo de sobrevivencia. No obstante, si se vive con miedo, se vuelve ineficaz, primero porque tenerle miedo a todo hace que perdamos de vista a lo que sí le deberíamos de temer. Es como usar antibióticos para todo. En segundo, porque se vuelve un obstáculo, inutiliza. Es como si todo el tiempo pensáramos que nos vamos a caer. Además de que es fatigante, las personas que viven con miedo mantienen un nivel de ansiedad elevado, provoca estrés e incluso desesperanza.
Tampoco podemos decir, “bueno, ya no tengo miedo, todo está perfecto”. La verdad es que no. Lo que podemos hacer es estar más alertas de nuestro entorno. Identificar qué situaciones, lugares o conductas representan un riesgo o reducen nuestra atención. Por ejemplo, no debemos caminar con el celular en la calle. No solo porque somos más vulnerables, también podemos caernos. Es mejor buscar soluciones, como usar aplicaciones de emergencia (Tracknest o 911), tener redes de confianza y ayuda mutua e incluso hacer ejercicio puede ayudar en ciertos casos.
La ansiedad que genera el miedo nos puede dificultar la existencia. No debemos acostumbrarnos a vivir de esa manera porque solo conlleva desventajas. Es mejor estar atentos y preparados dentro de lo posible. Vivir con miedo no es vivir.