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El síndrome de ser “Supermujer”: La Mujer del S. XXI

El síndrome de ser “Supermujer”: La Mujer del S. XXI

Por: Psic. Charlotte Burgueño en colaboración con Psic. Paulina Araico Quintana

Durante millones de años, el papel de la mujer ha sido definido a partir de un sistema capitalista y patriarcal donde la voluntad de los padres y maridos definía el lugar que ella tomaría en la sociedad, destacando principalmente cumplir con el papel de madre y encargada del hogar, desempeñando labores domésticas y acogiendo a la familia.

Hoy en día, a pesar de ser una sociedad globalizada, competitiva y en busca de progreso, nos enfrentamos a lidiar, no solo con esos roles ya definidos, sino con estereotipos de personalidad y belleza constantemente cambiantes, donde la expectativa es cada vez más alta, sumado a la búsqueda de un lugar de reconocimiento en el ámbito laboral y social. Ser mujer en el siglo XXI parece una misión imposible de lograr.

¿Qué hacer frente a la frustración y la gran carga que representa ser una “Supermujer”?

Primero: Hay que entender que no existe un solo tipo de mujer, pues somos mujeres de diferentes nacionalidades, edades, estaturas, complexiones, colores y tonalidades, con gustos y preferencias variados que nos permite nadar en la diversidad, mezclando y apareciendo puntos de conexión entre nosotras y los otros.

Segundo: Aún tenemos la presunta capacidad paridora[1], lo que nos vuelve incubadoras humanas y nos pone en un terreno de lo sagrado. Pobres aquellas mujeres que no quieran contribuir a tan noble tarea, que- si bien son llamadas egoístas y locas por aparentemente perderse la experiencia más linda que una de nosotras pueda vivir-, ellas siguen haciendo oídos sordos a los comentarios que ponen en duda su decisión. Hoy se vale prescindir de esta labor por el simple hecho de reconocer que podemos elegir, y eso es un gran logro.

Tercero: Nos han vendido la idea de que garantizar la calidad de vida y producir hijas/hijos, pero ser cuidadoras de tiempo completo no basta. Sumaron a nuestra apretada agenda laborar con salario fijo y -de preferencia- fuera de nuestro hogar, iniciando nuestra jornada laboral antes de que todos hayan despertado en casa y terminando cuando todos ya están acostados apaciblemente en su cama. ¿Hasta cuándo y por qué habríamos de conservar y cumplir con este papel cuando la mayoría de las veces ni siquiera nos es remunerado?

Cuarto: Es fundamental que agrademos a los otros, siendo lindas a la vista, aliñadas, guapas, sonrientes y amables, para ser aún escogidas por un macho heterosexual que venga a decirnos cómo llevar nuestra vida, porque nos han dicho siempre que nosotras no sabemos cómo hacerlo: si te esfuerzas lo suficiente, aguantándote las ganas de comer, realizando ejercicios cardiovasculares y tardando mínimo dos horas en arreglarte (descompuestas nos ven si no estamos maquilladas, perfumadas y peinadas) conseguirás al galán de tus sueños, porque ¡hasta eso es nuestra chamba!, enamorarlos y convencerlos de estar con nosotras para toda la vida.

Quinto: Por la historia de opresión de nuestras mujeres ancestras, seguimos precarizadas en muchos aspectos. A pesar de tener mayor escolaridad que los hombres, el salario es menor, sumado a la falta de mujeres en puestos directivos y gerenciales; somos clientes frecuentes de los psiquiátricos y la industria farmacéutica por la depresión y ansiedad que aprendimos a sobrellevar como pan de cada día y nos siguen matando por el simple hecho de ser mujeres, abandonando nuestros cuerpos en las calles o silenciando nuestras voces al difamarnos y crear una mala reputación después de ser asesinadas.

El espacio es limitado para poder extender esta lista de interminables requerimientos que la mujer del S.XXI ha tenido que adoptar, cumplir y poco a poco desechar (por fortuna). El simple hecho de repasar esta lista de “superpoderes” atribuidos al rol es agotador, sin embargo querer completarla se ha convertido en nuestra lucha.

En conclusión, no existen las “supermujeres”, porque la vida no alcanza para ser perfectas en todas las exigencias que la sociedad nos ha impuesto; lo que sí tenemos son unas ganas tremendas de vivir con libertad, de escoger lo que mejor nos convenga a nosotras y no al resto del mundo, sin ser reprimidas ni violentadas por intentar rebelarnos al margen social que merma y limita nuestro gran potencial.

¡Hagamos realidad lo que hoy es utopía! necesitamos cimentar a través de movimientos y cambios que parecen pequeños, pero que en realidad son enormes.  Sigamos en búsqueda de un mundo con aires justos y comida digna, donde podamos vivir sin prejuicios de género y construir una sociedad de respeto, equidad y consciencia.

[1] “Presunta capacidad paridora” término de Karina Vergara Sánchez que expresa la importancia social de las mujeres por reproducir biológicamente la especie humana.

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2 Responses

  1. Fantástico artículo Pau! Muchas gracias. Yo renuncié a mi “derecho” a parir y durante algún tiempo fui tachada de egoísta y, alguien me llamó alguna vez “chambona” por no querer tener hijos. Leerlas ayuda a entender que las cosas no son como nos lo han contado y que somos perfectamente capaces de elegir desde la libertad. Saludos!

    1. Gracias por tu comentario, de parte del equipo de T2T.

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